Hace 20 años, anticipando el mundial de Alemania 2006, el Banco Central (BCRA) decidió sumarse al poco conocido Programa Oficial de Monedas Conmemorativas de la Copa del Mundo de la FIFA anunciado la emisión de tres monedas que hoy -a la distancia- aparecen poco imaginativas, obvias, casi asépticas.
Los tres cuños de 2005 muestran en sus respectivas caras una pelota rodeada de una lluvia de papelitos, un jugador indeterminado intentando una “chilena” y el mismo jugador anónimo en conducción de la pelota; en los tres casos la ceca lleva el logo de la edición del mundial homenajeado.
Este programa de monedas conmemorativas se mantuvo estable, a diferencia de la política monetaria, para las siguientes cuatro ediciones del mundial. Siempre mostrando diseños genéricos en la cara y el logo de la edición homenajeada en la ceca. Por eso deberíamos haber celebrado que ayer se anunciara un apartamiento de esta sucesión de descargas de Google Images para la cuña de United 2026 y sin embargo, igual que en la política monetaria, el BCRA quedó a mitad de camino entre el delantero y el arco mientras la pelota lo pasaba por arriba.
En una corrida memorable, en la jugada de todos los tiempos
Según nos enteramos por un comunicado oficial en redes sociales, la nueva moneda conmemorativa será un homenaje al “Gol del Siglo”, aquel barrilete cósmico con el que Diego Maradona puso el 2 a 0 parcial -y el pase a semifinales- en México 86, al cual el Central llama “(…) la jugada del segundo gol argentino del 22 de junio de 1986 en el partido contra la selección inglesa” omitiendo toda mención a su autor.
La cara mostrará “…una pelota atravesando la moneda, como alegoría de la pasión por el fútbol que se vive en la Argentina”, alegoría que debo admitir que se me escapa; mientras que la ceca va a llevar un dibujo táctico del recorrido de Diego por el pasto del Azteca a lo largo de 10,6 segundos mientras dejaba en el camino a tanto inglés. Así, la oportunidad de romper la tradición de monedas genéricas que podrían haberse acuñado -da igual- en Nigeria, Dinamarca o Panamá pasa de largo con otra moneda poco imaginativa y obvia, aunque esta vez en lugar de ser aséptica pareciera tener una voluntad de ofender.

¿De qué planeta viniste?
Maradona pone en contradicción a quienes disputan la historia argentina -y la de su fútbol- para cuestionar la idea misma de país. Incomoda el relato de los reclamadores de ancestros europeos convencidos que Argentina es una mierda que les debe algo porque su familia no fue la familia Bulgheroni o Caputo. Las (muchas) sombras y (mayores) luces de Diego devuelven el reflejo de un país muy talentoso y algo indisciplinado, orgulloso y autodestructivo, cómico e irascible, tierno y violento, compasivo y machista; mestizo, contradictorio, irresponsable, contestatario y siempre dispuesto a faltarle el respeto al poder; con la voz, la mano o la gambeta.
Si la disputa sobre la historia argentina es una herramienta con la que el gobierno actual intenta narrar el pasado para justificar el presente, conviene señalar que quienes reclaman una “historia completa” respecto del periodo inmediatamente anterior a 1986 omiten aquello que es sabido en todo el planeta: quién fue el autor de esa “jugada del segundo gol argentino del 22 de junio de 1986 en el partido contra la selección inglesa”.
Para que el país sea un puño apretado, gritando por Argentina
A la primera moneda conmemorativa la separaban veinte años de la conquista de México 86, la misma cantidad de años desde entonces habrá transcurrido cuando el año que viene comience United 2026. Estados Unidos fue el escenario del último mundial de Diego y también lo será para Messi.
Vista la voluntad de reescribir y volver a narrar la historia, deberíamos ir tomando nuestras propias notas sobre la misma. Este mundial ofrecerá al gobierno la posibilidad de construir su propia narrativa sobre el fútbol, la historia y el país igual que Argentina 78 se la ofreció a la dictadura cívico-militar, punto de referencia inconfesable del proyecto actual.
La disputa ya comenzó y el comunicado del BCRA nos da una primera señal del lugar desde el que piensan afrontarla quienes llegaron con la intención de ser un topo que destruya el Estado, o el país, desde adentro. Hay entonces que pensar qué significado va a tener la palabra “Argentina” cuando la pronunciemos durante el mundial.

Gracias Dios, por el fútbol, por Maradona
El horror nos impidió disputar el sentido del primer mundial ganado por Argentina. La vuelta a la democracia y la identidad plebeya de Maradona nos permitió hacer propio el segundo. Qatar, y su alusión a “la tercera estrella” recuperó la primera poniendo en valor y abrazando la totalidad de nuestra historia futbolística. La canción “Muchachos” cortó la dicotomía cainita entre Diego y Lio imaginando al primero alentando al segundo desde el cielo.
Si no queremos permitir que privaticen nuestra historia y a la vez deseamos adueñarnos de nuestro presente, Maradona -su recuerdo- es un punto de partida desde el que pensar a la Selección como representación de un país posible antes que un cúmulo de méritos individuales. Si logramos que no borren a Diego de nuestra memoria, si buscamos en sus puntos luminosos una identidad que se proyecte sobre el equipo de Messi y Scaloni quizás podamos ver cómo un relato que busca negar el pasado para deshacer el futuro quede tendido en el suelo igual que Peter Shilton (el arquero inglés), viendo cómo lo gambetean y le hacen el mejor gol de la historia al primer palo.
Foto de Dani Yako para el diario Clarín (la imagen es de dominio público)